martes, 4 de diciembre de 2012

Diseño Bioclimático para el Hogar del Futuro


La arquitectura bioclimática consiste en el diseño de edificios teniendo en cuenta las condiciones climáticas, aprovechando los recursos disponibles (sol, vegetación, lluvia, vientos) para disminuir los impactos ambientales, intentando reducir los consumos de energía.

Una vivienda bioclimática puede conseguir un gran ahorro e incluso llegar a ser sostenible en su totalidad. Aunque el coste de construcción puede ser mayor, puede ser rentable, ya que el incremento en el costo inicial puede llegar a amortizarse en el tiempo al disminuirse los costos de operación.
De la misma forma que un edificio bioclimático busca
adaptarse al clima del lugar, los usuarios deben poseer también un comportamiento adaptativo. Implica que hay una doble adaptación, clima y cultura, que lleva a una modificación en la conducta de los individuos y en el tiempo en hábitos culturales. Dado que la sociedad contemporánea se ha adaptado a una tecnología que simplifica la operación de los edificios no siempre un edificio bioclimático es apropiable por parte de sus habitantes.

No tiene por qué ser más cara que una convencional, pero las construidas en climas templados han mostrado un sobrecosto del 5 al 15%. No necesita de la compra o instalación de sistemas mecánicos de climatización, sino que juega con los elementos arquitectónicos de siempre para incrementar el rendimiento energético y conseguir el confort de forma natural. Para ello, el diseño bioclimático supone un conjunto de restricciones, pero siguen existiendo grados de libertad para el diseño según el gusto de cada cual. La arquitectura bioclimática tiene en cuenta las condiciones del terreno, el recorrido del Sol, las corrientes de aire, etc., aplicando estos aspectos a la distribución de los espacios, la apertura y orientación de las ventanas, etc., con el fin de conseguir una eficiencia energética. No consiste en inventar cosas extrañas sino diseñar con las ya existentes y saber sacar el máximo provecho a los recursos naturales que nos brinda el entorno. Sin embargo, esto no tiene porqué condicionar el aspecto de la construcción, que es completamente variable y perfectamente acorde con las tendencias y el diseño de una buena arquitectura.
Los edificios bioclimáticos se caracterizan por utilizar elementos tradicionales de la construcción -incluyendo paredes, ventanas, techos y pisos- para recolectar, guardar y distribuir energía solar y prevenir el sobrecalentamiento. Los flujos de calor ocurren principalmente por los mecanismos naturales de convección, conducción y radiación más que a través de bombas y ventiladores.

La calefacción pasiva, el enfriamiento natural y la iluminación representan un abanico de estrategias cuya aplicabilidad es modificada de acuerdo a la región y al tipo de construcción, y cuya contribución variara desde la modesta fracción por la cual la mayoría de los edificios de la arquitectura popular ya se benefician, hasta los nuevos y bien diseñados edificios donde la contribución solar puede representar mas de la mitad de la energía requerida convencionalmente para proveer ambientes cómodos térmica y visualmente.

La luz de día debe ser la primera y más natural aplicación “bioclimática”, sin embargo, es un enfoque en el que hay un renovado interés al ser estudiados los asuntos energéticos en edificios no domésticos.  Dispositivos arquitectónicos diseñados para aumentar la penetración de la luz natural al interior de edificios comerciales y colegios mejoran la distribución  a través de técnicas como por ejemplo iluminación de claraboya y luz pospuesta, que entre otros ofrecen un potencial de diseño significativo. 
El enfriamiento es de particular (aunque no exclusiva) relevancia en los climas cálidos. Las técnicas incluyen enfriamiento por evaporación y ventilación nocturna, y una inercia termal substancial usualmente sería una característica de estos edificios. Toda la arquitectura bioclimática o sensible al clima incorporará protección solar y sombreamiento de acuerdo a las circunstancias regionales.

Lo más habitual, es aprovechar al máximo la energía térmica del sol cuando el clima es frío, por ejemplo para calefacción y agua caliente sanitaria. Aprovechar el efecto invernadero de los cristales. Tener las mínimas pérdidas de calor (buen aislamiento térmico) si hay algún elemento calefactor.
Cuando el clima es cálido lo tradicional es hacer muros más anchos, y tener el tejado y la fachada de la casa con colores claros. Poner toldos y cristales especiales como doble cristal y tener buena ventilación son otras soluciones. En el caso de usar algún sistema de refrigeración, aislar la vivienda. Contar delante de una vivienda con un gran árbol de hoja caduca que tape el sol en verano y en invierno lo permita también sería una solución





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